jueves, 29 de mayo de 2008

José Tomás


En el albero, ajenos a los flashes, los empresarios, las modelos, los aficionados con patillas de hacha, los políticos, a los ricos a la sombra y al pueblo al sol, un toro que no sabe que va a morir y un torero que parece querer que lo mate un toro.
En los tendidos, esos flashes, esos empresarios, esas modelos, esos aficionados con patillas de hacha, esos políticos, esos ricos a la sombra y ese pueblo al sol que han pagado por ver la muerte ¿de un toro o de un torero?
José Tomás es un poeta épico que no escribe. Es un hombre que se ha cansado de vivir, pero que quiere morir de una forma heroica. Es un torero distinto, de izquierdas, del Atleti. Ha perdido al miedo. No es esteta. Se arrima. Y parece disfrutar cuando el toro lo revolea por los aires, cuando se levanta con esa cara de sádico manchada de sangre.
Es amigo de escritores. Pero no es Ignacio Sánchez Mejías, el de la Generación del 27.
¿Busca la muerte o es un temerario del márketing taurino?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustan los toros. Nunca lo he negado. Soy aficionado y acudo siempre que puedo, pero no por ello me considero un entendido. No corre por mis venas la sangre de Cossío, aunque tengo mi opinión de José Tomás. Soy asiduo de Colombinas, Feria de Sevilla y Corpus de Granada entre otras citas. Sin embargo, y a pesar de que hace menos de una semana estuve presente en la corrida de José Tomás en Granada, considero que es más personaje que persona. El José Tomás que encontré en este reencuentro no es el mismo que presencié hace unos años antes de su retirada. Ha sabido crear a su alrededor un áura de tauromaquia mística que en realidad le sirve para granjearse el favor de un público siempre predispuesto a todo y favorable a poco que se le ofrezca. Ha sacrificado el temple y la pureza con la sangre a secas. El valor debe ser una cualidad más, no la razón de ser de un torero. Un diestro que cobra tres veces lo que cualquier otro, que decide dónde torea y dónde no y que exige no abrir nunca cartel, entre otros detalles, se ha cubierto de morbo. Es un grandísimo torero. Capaz de cosas increíbles, pero tal vez se esté dejando atrapar por el personaje que él mismo ha creado. El valor no es la temeridad, ni arrimarse es ser mejor torero. La quietud y el temple, sí. Antonio

Alfonso Alba dijo...

Ave Antonio!!
A mí los toros ni me gustan ni me disgustan. Hay cosas que me atraen y cosas que aborrezco.
Pero volviendo a José Tomás lo que me atrae de él quizás sea ese aura de torero distinto e incluso un poco poético.
En Córdoba, en los burladeros lo miré a los ojos. Había profundidad, mirada gélida, de loco. No quería a nadie a su lado. Puede que estuviera interpretando un papel, que sea puro márketing, pero el toro que lo revolcó tenía dos pedazo de cuernos y uno de ellos le rozó la yugular. Uf!!