miércoles, 15 de agosto de 2007

Transportes griegos

La imagen es ilustrativa. Corresponde a una calle cualquiera de Atenas en un día cualquiera en Grecia. Las luces del centro de la fotografía es lo único que la cámara pudo captar de un taxi. En España, los coches no pueden pasar de 50 kilómetros por hora. En Grecia, no pueden bajar de esa velocidad. Cruzar por un paso de peatones es un riesgo similar al de caminar por la Avenida de los Francotiradores de Sarajevo en plena guerra de Bosnia. Sencillamente, los coches no se paran. Es igual que el semáforo esté en rojo. Ellos están en la carretera y tú no tienes derecho a pasar por ella. Ante la dicotomía de esperar o morir atropellado, siempre preferimos esperar.


En realidad, lo que mejor funciona de Atenas es el metro y su sistema ferroviario. Mejor no significa bueno. Me explico: sólo hay cuatro líneas de metro que no llegan a toda la ciudad (una de ellas cercena la Acrópolis) y para ir al aeropuerto hay que coger un tren que a su vez te lleva a una estación donde hay que hacer un transbordo del que nadie te avisa. O sea, que te juegas aparecer en Corinto si no te andas espabilado y no sabes leer el alfabeto griego, porque además, de nada sirve preguntar. Nadie sabe cómo se va al aeropuerto.
Aparte, tanto en el metro como en los trenes te juegas alguno de tus miembros si no tienes reflejos. Las puertas se cierran como guillotinas tras un leve aviso, casi imperceptible, que apenas dura tres milésimas de segundo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tres milésimas de segundo? Pues teniendo en cuenta que el tiempo de reacción de mínimo cd 2 decimas de segundo debes de haber llegado sin huevos o sin cabeza. Pero bueno, eso explica muchas cosas, jeje.

Alfonso Alba dijo...

Hombre, teníamos unos tres segundos para entrar, pero como te quedaras a medias la puerta se cerraba y te mandaba a hacer matarile sin que te diera tiempo a decir ¡Ay!