lunes, 12 de mayo de 2008

Roma

Celebro las fotos como los goles. Cuando veo en el LCD de la Olympus la imagen que tenía en la cabeza cierro los puños, grito "toma" y hasta me doy una carrerita en círculos como el que espera que el resto del equipo venga a felicitarle.
Lejos de creerme nada más que un fotero muy aficionado, celebro las fotos que me gustan de forma tan efusiva porque salen pocas veces. Como pocas son las veces que tiras una falta y la pones pegando al palo.
En Roma, toda la presión de mis ganas de hacer buenas fotos calló sobre mis hombros con todas sus consecuencias. Miraba arriba y abajo y veía postales. Las mismas que vendían en las docenas de puestos de souvernirs, las mismas que te han enseñado unos amigos pesados de su viaje de luna de miel. Estaba desanimado. Apenas me quedaba espacio en la memory card, tenía batería para tres fotos (como el carrete de reserva del analógico) y vi el atardecer sobre el Palatino. Era como una falta al borde del área en el descuento:´"Ésta sí que tiene que ir pegada al palo".


3 comentarios:

K. dijo...

Pues entró. Pegó en el palo y entró. Esos son además, para mí, los goles más bonitos, en especial si rebotan en el larguero.

Un abrazo, niño. Nos vemos pronto.

Alfonso Alba dijo...

Querido señor K.
Nuevamente me inclino hacia usted. El Burning de The Whitest Boy Alives es, sencillamente, magistral. Una canción sencilla, con pocas innovaciones pero magnífica. Quizá por conseguir el reto de hacer simple y bonito lo complejo. Genial.
Abrasos de pataliebre y, efectivamente, nos veremos pronto!

K. dijo...

Chufla de la Pradera: el lunes que viene entrevisto a un grupo que te mola. Ya me sugerirás alguna pregunta...