Cuando la 11ª División del Ejército Americano liberó Mauthausen, Alfonso Cañete Jiménez estaba a punto de cumplir los 25 años y no tenía nombre. Sólo respondía al alemán Rotspanier 3.872. Esta noche, el nombre de Alfonso Cañete Jiménez, que ya tiene 88 años y una lucidez asombrosa, se quedará grabado para siempre en el pueblo en el que comenzó la aventura del último andaluz con vida que sufrió y vio con sus ojos el horror del Holocausto nazi: Montalbán.
72 años después de que Alfonso Cañete saliera de su pueblo -para no volver en medio siglo-, Montalbán grabará su nombre en un monolito que ya se levanta en el parque de la Terremonteras y que concluye que "el repudio al horror nos dé la facultad de ser siempre libres".
Y es que de horror y de lo salvaje que puede llegar a ser el hombre, Alfonso Cañete puede escribir una tesis: luchó durante tres años en la Guerra Civil, se exilió a Francia, vivió un año en dos campos de refugiados, trabajó en la construcción de las inservibles fortificaciones de la línea Maginot de Francia, fue capturado por la Wehrmacht cuando Hitler dominaba Europa y fue enviado al campo de concertación y extermino de Mauthausen, donde "reinaba la muerte en sus más variadas formas", recuerda.
Alfonso ha visto a mucha gente morir. La mayoría compañeros en combate durante la guerra o en situaciones más dolorosas en Mauthasen, donde agonizaban más de 9.000 españoles, unos 300 cordobeses. "Fuimos torturados, obligados a trabajos forzados en la cantera del campo. Gaseaban a los que ya no eran útiles para el trabajo, muchos morían en la célebre escalera de los 186 peldaños. Otros, ya desesperados, se colgaban de las alambradas electrificadas o saltaban al vacío y morían despeñados".
Pero Alfonso decidió sobrevivir. Y lo consiguió. Fue liberado por los americanos, a los que los 2.200 españoles que quedaban vivos -ya habían perecido 7.000, entre ellos José Araque Jiménez, también montalbeño- reciben con una pancarta. Los creen liberadores y ahora todos los republicanos españoles quieren volver a la lucha, a expulsar a Franco de España. Pero pasa el tiempo.
Alfonso Cañete se instala en París y poco a poco se va dando cuenta de que volver a su pueblo se hace difícil. Es el exilio. Pero no es hasta 1981 cuando vuelve a pasear por Montalbán, a volver a ver su feria y hablar con sus antiguos camaradas que lo siguen recordando como Alfonso El Cervino.
En 2003, se convierte en el único superviviente andaluz de Mauthasen con vida. Empieza a salir del olvido. En 2005, sus paisanos se sorprenden al ver una foto en portada de todos los periódicos de tirada nacional: Zapatero hace una ofrenda floral en Mauthausen. Junto a él, en una esquina y con gorra está Alfonso, que sí que sabe lo que pasó allí.
Además del monolito de Montalbán, Alfonso Cañete tiene otra piedra. Se la trajo de Mauthausen. No ha dicho porqué.
P.D.: Qué me gusta una historia lacrimógena de la guera.
1 comentario:
historias increibles de gente de verdad.
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