jueves, 17 de abril de 2008

Crónicas de Egipto (IV)

El tráfico y Moustafa-dor

En la foto sólo falta el cuentakilómetros (probablemente a más de 100 por hora). Por lo demás, está todo. Mirada firme de Moustafá (Moustafa-dor para los andaluces), que devora una carretera que es de doble sentido (no, no es una autovía por mucho que lo parezca). El taxista, a los mandos de su Citroën BX con no menos de 25 años, adelanta a través de un espacio mínimo a una furgoneta (con no menos de 14 pasajeros), una moto con tres personas y a un carro cargado de sacos tirado por un burro.
Moustafá (Moustafa-dor para los andaluces) nos habla en un inglés fluido. Nos habla de Egipto, de los refugiados iraquíes, de la inflación que los está matando, de la guerra del Yom Kipur... Nos habla y nos mira. Gira la cabeza a la vez que acelera, frena, dobla el volante o pita con el claxon (todo, aunque parezca contradictorio, lo puede hacer a la vez) Y sonríe y nos hace bromas.
Nos cae bien, a pesar de que al final del viaje descubrimos que nunca ha mirado por los retrovisores y que tampoco lo hemos visto parado en un semáforo. Pero hemos llegado pronto a los sitios, hemos salvado atascos a través de huecos imposibles y nos hemos reído. Nos cae bien, a pesar de que nos ha llevado a una tienda de caballos de sus colegas, ha intentado cobrar comisión a nuestra costa si hubiéramos comprado alfombras y ha comido by the face al llevarnos a un restaurante friendly (Eso sí, la comida estaba muy buena).
Pero llega el final y Moustafá se convierte en Moustafa-dor. Nos quiere cobrar 50 libras demás. Ra, y su recién adquirido desparpajo en el regateo al taxista, discute. Lo convence. Habíamos quedado en 200. Es verdad, los turistas somos parte de las migajas de este país pobre. Me sorprende que la gente pase hambre y no haya nadie que te robe.

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