Es el mes en el que todo empieza y todo acaba.
En la Cuesta del Bailío, pintada en 200 paisajes de los cuadros de Julio Romero de Torres con su Cristo de los Faroles al fondo, simbolismo del senequismo cordobés, sonaban los Hombres G por encima de los 75 decibelios. En el cielo, la luna llena se abría un claro entre las nubes. En las paredes de la renacentista casa del Bailío colgaban las decenas de macetas de rigor. Y sobre los 31 escalones de la cuesta estaba yo, intentando mantener la verticalidad con una jarra de dos litros de rebujito en una mano, diez vasos de catavino en la otra, un Nobel casi consumido en la boca y miles de personas a mi alrededor. Inaudito.
Córdoba es una ciudad de 330.000 personas que entre junio y abril hibernan. En mayo, salen en tropel a la calle, se les dispara la testosterona, son hasta divertidos y convierten el centro de la ciudad en eso, en una ciudad.
"Jamás me cogeréis en ningún fallo". El politono Sandokán sale a escena en Santa Marina, donde mis intentos por alcanzar un plato de tortilla son frenados por un muro humano infranqueable. "Dios, ésto sólo lo he visto en las cruces de Granada", le comento a Davinia, que no para de tropezar con los escalones que la masa hace invisibles. "Porque soy un tío 'normar' y no un 'granuha'". Habemus papa, que diría Bruno. Pasamos bajo una de esas columnas coronadas por un San Rafael que, para nuestra decepción, no tiene la cara de Sandokán.
En la plaza de La Compañía (donde, curiosamente, nunca estuve acompañado por más gente) la jarra de rebujito se transforma en un Ron-Cola y nuestra conversación se torna preocupada por lo que se avecina. Después de cuatro días de cruces mortales, esta noche coinciden con la apertura de los patios, el próximo fin de semana le llegará el turno a la cata del vino Montilla-Moriles, para proseguir con patios y fiestas populares, continuadas de más catas, esta vez de cerveza, y por fin coronada por diez días de feria, que nadie entiende porqué se llama de La Salud.
Y mientras, a mi teléfono no dejan de llamar políticos de todos los partidos, deseosos de "salir en los papeles". Al parecer, en Córdoba también hay elecciones el día 27 de mayo.
¡Qué me muera si flaqueo!
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