Los abertxales de la Campiña

A escasos 15 kilómetros de Fernán Núñez, una valiente aldea resiste los asedios del imperio. La Guijarrosa es el nombre de un lugar que ni siquiera sus habitantes son capaces de pronunciar bien y que optan por el más cariñoso "La jigarrosa", con la jota aspirada. Esta pequeña pedanía de apenas 1.300 vecinos lleva 20 años luchando por su independencia del Estado opresor de Santaella. En 1987, un reférendum de autodeterminación (similar al que quiere Batasuna en Euskal Herria) arrojó un 97 por ciento de votos a favor de la independencia (evidentemente, se votó con las papeletas abiertas y el que decía que no lo corrían a hostias). Pero, el régimen opresor de Manuel Chaves desestimó la independencia. Surgió entonces la kale borroka guijarroseña con protestas radicales en las calles de Córdoba. Apenas eran 50 personas las que a diario quemaban contenedores, cortaban las avenidas principales, lanzaban petardos contra la sede de la Junta con una potencia que levantaban adoquines, quemaban banderas de Santaella e, incluso, intentaron boicotear la Semana Santa acampando frente al Ayuntamiento. Pero entonces, un movimiento paramilitar decidió pegarle fuego a sus tiendas de campaña y tocarles un poco la cara para que se volvieran a su casa.

Sin embargo, el mensaje caló, tanto que hace unas dos semanas se constituyó la Entidad Local Autónoma (ELA) de La Guijarrosa. Fue entonces cuando el Arnaldo Otegi del pueblo prometió su cargo con las siguientes palabras: "Juro por mi consensia y honor, cumplí y jasé cumplí esta Constritusión. Y además, juro por mi consensia y honor que no pararemos hasta conseguí la indenpendesia de La Jigarrosa. ¡Viva la jigarrosa libre!"