martes, 20 de marzo de 2007

El mundo al reves

Es miercoles son las dos de la tarde y solo de pensar que tengo tanta hambre que me comeria a la cria de un wallabi expongo la sensacion de estar totalmente bocaabajo. Ahora mismo en Espanya son las 4 de la madrugada, una hora de puta madre para estar borracho, pero no para almorzar.
Por aqui todo es tan distinto... Sin ir mas lejos, ayer, al levantarme por la manyana, con los ojos pegajosos y dandome hostias con las esquinas descubri, horrorizado, a un chino (luego dio la casualidad de que pertenecia al genero femenino) de unos 150 kilos de peso devorando platos de arroz como chicho terremoto y viendo peliculas manga. Esto me hizo reflexionar y sentir que estaba lejos, muy lejos.
Algo similar ocurrio en Melbourne la pasada semana, una ciudad que podria pasar por Liverpool sino fuera porque cuatro minutos expuesto al sol me han provocado quemaduras de primer grado (aqui falta un trozo de capa de ozono tan grande como Africa), porque en cinco minutos estaba asfixiado de calor a la vez que comenzaba a llover torrencialmente y posteriormente a hacer un frio invernal. Seria una city inglesa sino fuera porque relajados a las puertas de la casa de una amiga de Rafa sorprendimos a varios Possums cruzando vallas a la misma velocidad que Paco se come un gofre. Este bicho sorprendente, al que yo confundi con un gato, tiene una mezcla felina con la de un roedor.
El centro de Sydney podria pasar por Francfurt y sus altos rascacielos sino fuera porque el cielo de esta ciudad australiana es surcado cada noche por bandandas de murcielagos mas grandes que gaviotas y sobre todo porque puedes llegar a un restaurante y pedir una pizza de canguro, emu (sic) o cocodrilo y comertela alegremente, sin remordimiento de conciencia.
Eso si, el unico toque de cordura en este mundo al reves lo puso ayer nuestro querido presidente. Jose Maria Rebuaznar dixit: "En Espanya, la autoria del atentado del 11 de marzo todavia esta por demostrar". Os parecera mentira, pero esta frase contundente me ayudo a encontrarme con algo familiar en Australia (dejando aparte a los mordiscos mofletudos, no confundir como Mofli, de Ralf).

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