Te miras en el espejo y te crees lo que ves. No te das cuenta de que es mentira, de que está todo al revés. Mueves la mano izquierda y en verdad estás sacudiendo la izquierda. Es mejor hacer lo contrario.
La vida es una sucesíón de espejos, un juego cruel en el que si quieres conseguir algo tienes que hacer justo lo contrario, si te apetece morder la manzana tienes que simular que no tienes hambre; un juego en el que si quieres cazar tienes que esperar agazapado, hacer creer a tu presa que no estás y capturarla con un golpe certero. El fin, merde, parece que justifica los medios.
3 comentarios:
Es cierto que fastidia, y pierde frescura, no poder hacer lo que a uno le sale por miedo al resultado (casi siempre el mismo). También es cierto, aunque ahora parezca imposible, que no siempre tiene que ser así.
Lo malo es que, en la caza, usar el despiste, ponerse en dirección opuesta al viento o agazaparse dan sentido al acto de cazar y regocizo al cazador. En otras cosas, con el tiempo, el cazador-presa se aburre, se cansa. Es algo tan carente de sentido como saber componer música y dedicarte a tocar el do re mi fa sol... siempre.
No te engañes, eres mejor músico de lo que crees. Simplemente no eres comercial, jeje.
En el camino nos encontraremos...(o no).
La gente tiene toneladas de basura hedionda en la cabeza. Pero el problema de la gente, de mucha gente que dice que es normal pero que a mí me parecen EX-TRA-TE-RRES-TRES, es que lleva mucha mierda gratuita, absurda, ¿penosa?, en la cabeza.
Y todo esto tiene que ver en el fondo, pienso, con lo que Borja y yo llevamos ya una larga temporada llamando "máscaras"; "vanitas" como lo llamaban por su parte los romanos, tan decadentes y deliciosos, mientras se manchaban sus túnicas de vino y mordían uvas en sus reuniones gayers.
En fin, que esto, lamentablemente. ha pasado siempre (ya ves las dos rigurosas referencias históricas: Imperio romano, de un lado, y Borja y K., de otro).
Pero tú eres extraordinario sin máscara, porque no la necesitas, vaya. No sé si me explico.
Amigos, nunca nos gustaron las máscaras y siempre nos cagamos en los enmascarados. Es un juego absurdo en el que al final siempre gana la simulación, la mentira y la apariencia.
Cada día pienso que en verdad los EX-TRA-TE-RRES-TRES somos nosotros. Por eso es todo tan difícil. Por eso se nos complican tanto las cosas, porque no jugamos a ese juego extraño de la vida de los otros.
Abrasos de ladrón, pataliebres.
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