Dejé un instante de pensarte.
Había sucedido algo en ti cuando volviste.
Venías más nostálgica, más triste,
seco tu sol que iluminó mi día.
Alguien -sé quién- que yo no conocía,
alguien que calza sueños de oro,
y viste almas dolientes, te pensó.
Caíste al pozo donde muere la alegría.
¿Por qué fuiste pensado, malherido, pensamiento de amor?
¿Cómo han podido pasarte el corazón de parte a parte?
¿Por qué volviste a mí, sufriendo, a herirme?
¿No recuerdas que tengo que ser firme?
¿Es que no ves que tengo que matarte?
De Cuanto sé de mí 1957. José Hierro
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