miércoles, 1 de julio de 2009

Territorio Comanche



El crujido de cristales rotos bajo las botas, las gotas de sudor negro y la angustia en la garganta. Parece una noche de verano en una noche post-botellón, pero no. Es lo que de verdad echo de menos.

No es el morbo. No es la absurda adrenalina ni la necesidad de que el corazón te estalle en la boca. No son las ganas de ver lo extrema que puede ser la vida. No. No tengo necesidad de vomitar porque sí. No quiero palmaditas en la espalda: "Qué huevos, tío".

Quiero estar ahí. Saber qué pasa. Eso es lo más difícil del periodismo. Que nadie me lo cuente. Ser testigo de un trocito de historia.

Volveré. Lo sé.

3 comentarios:

K. dijo...

La épica no es la solución a nada, me temo. Pero si lo echas de menos, está en tu mano. Esto, sí, ¿no?

Tiovivoleadora nata dijo...

Lo importante es que no desaparezca el recuerdo del otro lado. También sé que volverás. Tarde o temprano lo harás. Perteneces a las trincheras, no al cuartel de mando

Anónimo dijo...

"No se entra en el infierno tras haber vivido en el paraíso."

Ibn Jafaya.