viernes, 17 de octubre de 2008

Gomorra a la cordobesa

Tenía los pies inmersos en el pantano. El agua me llegaba a los muslos. Sentía hundirse los talones. Ante mis ojos flotaba una enorme nevera. Me lancé sobre ella, la abracé, apretando fuerte los brazos, y me dé llevar. Me vino a la mente la última escena de Papillon, la película protagonizada por Steve McQueen e inspirada en la novela de Henri Charrière. También yo, como Papillon, parecía flotar sobre un saco lleno de nueces de coco, aprovechando las mareas para huir de Cayena. Era una idea ridícula, pero en algunos momentos no tienes otra cosa que hacer más que entregarte a tus delirios como algo que no eliges, como algo que sufres y basta. Tenía ganas de chillar, quería gritar, quería desgarrarme los pulmones, como Papillon, con toda la fuerza del estómago, rompiéndome la tráquea, con toda la voz que la garganta aún podía bombear:
--¡Malditos bastardos, todavía estoy vivo!
Gomorra. Roberto Saviano.


No, no estoy amenazado de muerte como Roberto Saviano. No tengo que ir escoltado por cinco carabinieri, mi nombre no es pronunciado por los jefes de la Camorra y tampoco han planeado matarme con un coche bomba. Veo a mi madre cuando quiero, me muevo por el mundo como me da la gana, me fumo mis porros con libertad y no tengo necesidad de dormir en un cuartel militar o policial.
Por eso, no me van a quitar el sueño. No me van a mellar sus amenazas ni a asustar sus portazos y puñetazos en la mesa.
Me han atemorizado, me han callado, me han agobiado y me han hervido la sangre. Pero ya no. "En la cárcel y con miedo no se puede estar", me dicen, en susurros, algunos compañeros asustados.
El ejemplo de Saviano es extremo, pero es un ejemplo. También lo son los cráneos agujereados por balas de fusil que he visto desenterrados en fosas comunes de la Guerra Civil. Voy a luchar contra mis miedos.
--¡Malditos bastardos, todavía estoy vivo!

No hay comentarios: